Su sangre es el reflejo de su amor
En Jesús hoy se alegra mi corazón,
Tengo vida eterna y salvación.
Su sangre es el reflejo del amor,
Su amor triunfó.
La sangre de Cristo realizó un milagro inimaginable: nos hizo cercanos. Las promesas en él eran para los judíos. Los gentiles, sin esperanza ni Dios, estábamos lejos de esa posibilidad, pero Jesús derribó el muro, abolió las enemistades, hizo la paz, reconcilió a dos pueblos con Dios en un solo cuerpo, el suyo. Ahora tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre y al perfecto Sumo Sacerdote: ¡Cristo! Su sangre vale más que el oro y la plata, y aunque quién no quisiera tener mucho dinero en el banco, ¿de qué nos serviría sin Jesús?; no se iguala a la sangre de Cristo porque no paga el precio del pecado. El amor de Dios por nosotros se materializó en él, ¿y cómo se evidenciará nuestro amor hacia el Señor? Decimos amarlo, oramos y le cantamos con palabras hermosas, ¿pero somos los mismos? Si valoramos la sangre de Jesús y amamos a Dios Padre, Cristo y su Santo Espíritu, llevemos una vida que le dé honra y gloria; una carta abierta en la que se lea al Salvador.
En gratitud por tu amor, sacrificio, generosidad y sangre que pagó el precio de nuestro pecado, ¡te alabamos y reconocemos, precioso Jesús!