Todos hemos tenido amistades y las hemos cultivado. Algunas perduran, otras han sido pasajeras y algunas han terminado por diversas causas. La amistad es una experiencia enriquecedora, parte del hecho de que somos seres sociales y tenemos cariño para dar y nos gusta recibirlo.
La amistad es uno de los dones más elevados de Dios. A través de Jesús, Dios nos mostró lo significativa que es para Él nuestra amistad. Dios había hecho pactos de amistad con Abraham, Moisés y los profetas. Y con Jesús, dio un rostro a esa amistad, viniendo como hombre a hacerse amigo de los hombres.
Con la venida de Jesús, Dios nos mostró que es el mejor amigo
Y con Su tiempo en este mundo, con Su manera de relacionarse con los Apóstoles, nos mostró el ejemplo de la manera como debemos apreciar, perdonar y compartir con las amistades. Tenemos al mejor amigo de todos, y es Jesús. Cuando tenemos una relación con Él, tenemos la mejor amistad.
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Juan 15:13 (RVR 1960)
No son muchos los que dan la vida por un amigo, pero si existen. Hemos visto soldados, que, defendiendo a otro, perdieron su vida. Un guardaespaldas, ha perdido la vida por recibir la bala que era para quien cuidaba. Sin embargo, no es que tenemos que morir para mostrar amistad.
Para ser amigo debemos ser constantes
Es suficiente con que podamos estar siempre que nos necesiten, que apoyemos los proyectos que quieren llevar a cabo, que los defendamos cuando alguien los agrede. Y siempre respetar, apreciar, valorar y motivar. Debemos ser apoyo para su autoestima, respetar sus espacios y saber escucharlos.
Y en nuestra amistad con Jesús, necesitamos ser constantes, diligentes, fieles y honestos. Buscarle a diario fortalecerá esa que es nuestra mejor amistad. Contarle nuestros planes, pedirle dirección y realmente mantener una relación estrecha de amigos. Tenemos al mejor amigo de todos y es Jesús.
Todos hemos tenido amistades y las hemos cultivado. Algunas perduran, otras han sido pasajeras y algunas han terminado por diversas causas. La amistad es una experiencia enriquecedora, parte del hecho de que somos seres sociales y tenemos cariño para dar y nos gusta recibirlo.
La amistad es uno de los dones más elevados de Dios. A través de Jesús, Dios nos mostró lo significativa que es para Él nuestra amistad. Dios había hecho pactos de amistad con Abraham, Moisés y los profetas. Y con Jesús, dio un rostro a esa amistad, viniendo como hombre a hacerse amigo de los hombres.
Con la venida de Jesús, Dios nos mostró que es el mejor amigo
Y con Su tiempo en este mundo, con Su manera de relacionarse con los Apóstoles, nos mostró el ejemplo de la manera como debemos apreciar, perdonar y compartir con las amistades. Tenemos al mejor amigo de todos, y es Jesús. Cuando tenemos una relación con Él, tenemos la mejor amistad.
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Juan 15:13 (RVR 1960)
No son muchos los que dan la vida por un amigo, pero si existen. Hemos visto soldados, que, defendiendo a otro, perdieron su vida. Un guardaespaldas, ha perdido la vida por recibir la bala que era para quien cuidaba. Sin embargo, no es que tenemos que morir para mostrar amistad.
Para ser amigo debemos ser constantes
Es suficiente con que podamos estar siempre que nos necesiten, que apoyemos los proyectos que quieren llevar a cabo, que los defendamos cuando alguien los agrede. Y siempre respetar, apreciar, valorar y motivar. Debemos ser apoyo para su autoestima, respetar sus espacios y saber escucharlos.
Y en nuestra amistad con Jesús, necesitamos ser constantes, diligentes, fieles y honestos. Buscarle a diario fortalecerá esa que es nuestra mejor amistad. Contarle nuestros planes, pedirle dirección y realmente mantener una relación estrecha de amigos. Tenemos al mejor amigo de todos y es Jesús.